¿Fidelizas o suplicas?

Las relaciones comerciales actuales y la evolución del entorno competitivo nos están desestabilizando tanto a consumidores como a empresas. La aparición de las Redes Sociales como gran altavoz de productos, promociones, descuentos y premios no hacen más que acentuar esta actitud excéntrica desarrollada por parte de empresas y que provoca el desapego del cliente a nuestra actividad habitual.

En un principio, las empresas dotaban de una actitud proactiva a sus campañas publicitarias o de captación de clientes así como de apertura a nuevos mercados. Los mejores comerciales y las mejores ofertas unido a productos de óptima calidad daban lugar a una comparativa libre por parte del consumidor. Las mejores organizaciones subsistían. Sólo las fuertes dominaban el mercado. Y no me refiero con ello a grandes empresas, sino a "empresas grandes"; VALORES. La calidad y la compensación al cliente, la responsabilidad y el poder de la marca imperaba.

En la actualidad, las empresas están adoptando una actitud hiperactiva, entendiendo este comportamiento como una inmensa rogatoria de consumo hacia los clientes. Bajo la batuta de promociones, descuentos y regalos se instiga al consumidor a pertenecer a un club absurdo de compra. Esta actitud en un principio puede generar ingresos, pero la realidad actual revela que el consumidor está saturado y detecta ese aire demoledor de suplicio. Puede que te compre hoy porque regalas un viaje a Las Bahamas, pero ¿qué será de ti cuando no lo hagas? ¿qué estás vendiendo, tu marca, tus productos, tu calidad o estás pidiendo que te compre lo que sea como sea? ¿crees que está depositando en ti su confianza? ¿qué tipo de relación estás desarrollando con ello?

STOP

Para aquí, respira y piensa en tu empresa, tu producto, tus valores, lo que mostrabas como eslogan que era tu bandera y era tu orgullo…¿qué plan real tienes para todo lo que creaste un día? Te salvará hoy el regalo, pero ¿qué será de ti mañana?

Contar con el apoyo de un descuento puntual, o premiar la fidelidad es uno de los planes más enriquecedores de la relación cliente-empresa, pero carece de sentido si has perdido el punto de mira de tu organización, que es ser útil y reconocida por los consumidores. 

Debes pensar que una promoción debe servir de apoyo para dar la oportunidad al cliente de conocerte y presentar lo valioso que es tu producto bajo una oferta única y exclusiva en un tiempo limitado. 
Cuando todo es promoción deja de ser único, exclusivo, atractivo y valioso.

Espero que esta reflexión toque en la puerta de tantísimos seguidores que tengo a diario. Entre ellos empresas, que me honran con su presencia y me aportan tanto. Mi forma de agradecéroslo es no dejaros caer.


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